sábado, 17 de julio de 2010

Una pena en observación

Después de leer a “Cecil Roberts” y su “Estación Victoria” decidí probar suerte con C.S. Lewis, no con Narnia, sino con “Una pena en observación. No puedo decir que lo haya pasado mal, pero ha sido un poco duro, no por lo que transmite, y sí por lo que transmite. Me explico, entré en la librería y una de las dependientas que me conoce un poco me lo recomendó, es filosófico, comentó. No añadí nada más a su comentario, dada su buena voluntad, como siempre. Pensé, vamos a ver, tengo unas ganas locas de flagelarme con filosofía decente, aunque venga de un hombre que habla con osos y leones, Estuvo casado con una poeta “Helen Joy Davidson Gresham”. Bien, poeta, nombre largo a lo Samuel Taylor Coleridge, ¡bien!!! Llevaba 21 páginas, cuando de repente me dio ardor de estómago, ¡mal!!!! En esa misma página dice “Existe un límite marcado por la propia carne”, fue una revelación para mí. Debería decir que no dejo los libros a medio leer, pero pensé: “otro más para otro momento”.

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